martes, 12 de octubre de 2021

Bueno para comer

 

El ser humano es omnívoro. No es vegano, ni vegetariano, ni carnívoro: omnívoro, come de todo. Incluso practica el canibalismo. Somos como las ratas, los cerdos y las cucarachas, satisfaciendo nuestras necesidades nutricionales con gran diversidad de sustancias. Comemos rocas (sal), hongos (champiñones, por ejemplo) o secreciones rancias de glándulas mamarias (el queso), tal y como nos recuerda el antropólogo Marvin Harris en su clásico Bueno para comer. Y si nos restringimos la dieta, tiene que ver más con la cultura que con la biología. Musulmanes y judíos que no comen cerdo, hindúes que no comen vacas, occidentales que no comen perro. Detrás de los tabúes alimentarios, como nos enseñó Harris, hay una razón económica, práctica. “En general, las gentes hacen lo que hacen por buenas y suficientes razones prácticas, y la comida no es a este respecto una excepción”, en palabras del antropólogo norteamericano.

Esta apariencia de diversidad alimentaria, tanto de fuentes nutricionales como de tradiciones culinarias culturales, se están quedando en eso, una apariencia. El número de especies y variedades vegetales y animales que el género humano está usando para alimentarse desciende vertiginosamente. El trigo, el maíz y el arroz proporcionan la mitad de las calorías vegetales ingeridas por los humanos. Estos tres cereales junto con la soja ocupan la mitad de la superficie agrícola mundial. La otra mitad es compartida por 152 especies vegetales. El 90% de las calorías vegetales sólo proviene de 82 de las 12.650 especies agrícolas que existen en el planeta. En el siglo XX se ha perdido el 75% de las variedades agrícolas: el 90% de las 10.000 variedades de trigo en China; el 80% de las variedades de maíz en México: el 95% de las variedades de manzana, col, maíz, guisante y tomate en Estados Unidos. Algo parecido pasa  con las razas ganaderas, de las cuales se pierde una al mes.

Esta pérdida de diversidad es peligrosa para el ser humano como especie. Basta recordar lo que ocurrió en Irlanda, en 1845, cuando un hongo arrasó la única variedad de patata cultivada. La capacidad del ser humano para colonizar el planeta tuvo que ver con la diversidad de la dieta.

Pero la globalización de los hábitos alimentarios occidentales y la Revolución Verde, que modernizó la agricultura con el uso de muy pocas especies vegetales muy productivas, abono, riego y pesticidas, ha producido una homogeneización de la dieta humana. Se ha reducido el problema del hambre en el mundo, pero ahora somos más vulnerables como especie.

Por otro lado, el riesgo no procede únicamente de la industrialización de la agricultura. También de la especulación financiera sobre el precio de los productos agrícolas que se han convertido en básicos, como el arroz o la soja. Martín Caparrós lo explicó muy bien en un libro de título pertinente, El hambre. En este enlace puede encontrar un artículo de Caparrós publicado en El País, en 2015, sobre el hambre y sus causas. Que exista una bolsa de materias primas, incluidos alimentos, en Chicago constituye una impugnación directa a la humanidad y racionalidad de sistema económico neoliberal. 

 

 P.S. En el siguiente vídeo pueden ver una entrevista que le hicieron a Marvin Harris en TVE, allá por 1985.




 


 

 

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