Las estadísticas son un arma política. Un arma arrojadiza. Se publica la Encuesta de Población Activa (EPA), y el Gobierno selecciona el resultado y la interpretación que le interesa, y se la arroja a la oposición. La oposición selecciona el resultado y la interpretación que le interesa y se la arroja al Gobierno. Para el Gobierno, los datos siempre son buenos o hay algo que recuperar. Para la oposición los datos siempre son malos, o hay algo especialmente malo en lo que meter el dedo.
Unos y otros, enfermos de epatitis, sin h: sólo se acercan al empleo desde la óptica de la EPA, obviando cualquier otro instrumento de conocimiento del mercado de trabajo.
Gobierno y oposición, intercambian los papeles cuando alternan en el gobierno, como es lógico. Gobierno y oposición, hacen un teatrillo, como lo hacían Sagasta y Cánovas en tiempos de la Restauración. Recomendable la lectura de un libro de Paul Preston, Un pueblo traicionado, publicado por Debate, para saber cómo funcionaba el turno, el potencial corruptor de este sistema y las consecuencias que tuvo (y tiene) para el pueblo español.
Digo que hacen un teatrillo, porque hasta ahora que tenemos un gobierno de coalición, algo inédito y de que nos sabemos cómo evolucionará, Gobierno y oposición compartían dos axiomas económicos:
- Frente al dilema de optar por controlar la inflación o generar empleo, siempre han optado por el control de la inflación. Optar, bueno, la Unión Europea nos quitó del todo esa opción. En 1958 un economista llamado W. Phillips publicó un trabajo que vinculaba el desempleo con la inflación, de manera que, simplificando, en contextos de bajo desempleo crecía el desempleo y viceversa. En 1969 dos pesos pesados del pensamiento económico Solow y Samuelson hicieron suyo el razonamiento, asentándose esta creencia. Aunque trabajos posteriores han cuestionado seriamente el trabajo de Phillips, y la curva que representa la relación entre empleo e inflación, las políticas macroeconómicas han tenido como objetivo el control inflacionario y no el pleno empleo. Deberes: ¿a quién beneficia esta opción?
- Las grandes cifras de desempleo provocadas por la crisis del petróleo de 1973, hicieron que las políticas públicas de empleo tuvieran como objetivo la reducción del número de desempleados y no el mantenimiento de la calidad del empleo. Se podría haber optado por empleos de calidad y políticas sociales públicas, o por reducir la jornada laboral y repartir el trabajo. Pero no, se optó por generar empleo, fuera como fuera. Aunque hubiera que "falsear" la metodología de conteo de los desempleados. Deberes: ¿quién es un parado para la EPA?
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Dicho esto, creo que ha quedado claro mi poca confianza en las políticas públicas de empleo y en la metodología de medición del desempleo. Recomiendo encarecidamente un libro de un profesor de sociología de la UNED, Juan Ignacio Martínez Pastor, titulado Los datos sin tapujos. Cómo interpretar y difundir las estadísticas sociales.
Una de las cosas que Martínez Pastor recomienda a la hora de leer estadísticas sociales es contextualizarlas, comparar con países de nuestro entorno y ver la evolución en el tiempo.
Ahora viene el susto, contextualizado históricamente. En el siguiente gráfico se refleja la evolución del desempleo, a largo plazo, en los Estados Unidos:
Los picos de desempleo, de los 80 y 90 del siglo XX y el pico causado por la crisis de 2008, palidecen al lado del puntito rojo: es el nivel de desempleo en Estados Unidos, ahora mismo y claramente vinculado al COVID-19.
La cuestión es saber cómo será la bajada y quién pagará las consecuencias.
P.S. En Twitter se puede ver este gráfico en versión gif animado: https://bit.ly/39IRygu
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