domingo, 3 de mayo de 2020

Biodiversidad, sociobiología y COVID-19

El concepto de biodiversidad es una aportación de un mirmecólogo estadounidense, E. O. Wilson. Su especialidad son las hormigas (a eso se dedican los mirmecólogos). En realidad Wilson es un biólogo evolutivo que utiliza estos insectos para desarrollar su teoría evolutiva. Teoría que culmina con otro concepto, la sociobiología, que traslada sus conclusiones sobre las colonias de hormigas a la sociedad humana. Lástima que es clasismo y el racismo sean consecuencias lógicas de esta teoría. 

Y es que para Wilson, si una hormiga nace obrera, soldado o reina, seguirá siendo obrera, soldado o reina siempre. No hay posibilidad de cambio. Trasladad esta conclusión a los humanos y sacad las conclusiones pertinentes. Supongo que el hecho de haber nacido en 1929 en el estado de Alabama, haber estudiado en una academia militar y haber pasado su vida profesional en el elitista universidad de Harvard, son hechos que imprimen carácter. 

Lo bueno de la Ciencia es que uno de sus pilares es el pensamiento crítico y el consecuente debate de las ideas. Wilson podrá ser el dios de la mirmecología, un titán de la biología evolutiva. Pero es un científico, así que su trabajo está sometido a crítica. Encontró la horma de su zapato en D. Gordon, una bióloga especilizada en teoría evolutiva del comportamiento, que también utiliza las hormigas para constrastar sus ideas. En 1994 Wilson, junto con su colega Hölldobler, publicaron un libro, Viaje a las hormigas, destinado al público general. He aquí parte de la reseña de Gordon en la revista Nature:

 "Las hormigas siempre saben exactamente lo qu están haciendo.Nunca pasan el rato: sus deberes y destinos están claros. Inagotables y fanáticas, son sacrificadas [..] subordinadas programadas para acturar de consuno, pandillas de obreras industriales, cuya lealtad es casi total... Son conducidas a la servidumbre de la mano inexorable de la selección natural".


Gordon también recoge los epítetos que Wilson dedica a las reinas: mendiga exigente, psicológicamente discapacitada, físicamente disminuida...

Gordon ataca el concepto de sociobiología apuntando a sus raíces. Wilson sostiene que los comportamientos de las hormigas están predeterminados y son fijos. Pero Gordon, con acierto, argumenta que los comportamientos fijos hacen de la especie poco adaptable a circunstancias cambiantes, "blancos fáciles en cuanto cambien su ambiente y ecosistema". Va un poco más allá al responder a la pregunta qué es lo que hace que una hormiga escoja una tarea en particular y no otra. Wilson y los mimercólogos tradicionales respondían que eran factores internos de cada hormiga como la genética o la edad. Gordon defiende, basándose en experimentos, que los comportamientos vienen marcados por influencias externas: las hormigas cambias de función si se eliminan obreras o las condicones del hormiguero. Las hormigas no estarían internamente programadas, ergo los humanos tampoco. La sociobiología pierde su base científica. A las niñas les puede gustar el azul y querer ser científicas, y los niños pueden jugar con muñecas. Nadie nace programado para ser obrero o científico. Muchas gracias D. Gordon.
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Más éxito tiene el concepto de biodiversidad. Es un concepto del que cualquiera se hace una idea: un trozo de selva amazónica contiene más biodiversidad que un olivar de Jaén. El concepto recoge tanto especies vivas (animales, plantas...) como las relaciones que se dan entre ellas. ¿Pero como sabemos que un ecosistema contiene más biodiversidad que otro? Podemos suponerlo, intuirlo, ¿podemos medirlo?

Más o menos, sí. Que sea el maestro de ecólogos, Ramón Margalef, el que hable:

"La diversidad de los ecosistemas es un descriptor poco preciso que se refiere al número e especies presentes y a su representación relativa. En la naturaleza hay innegables dependecias: para tantos individuos de la especie X son de esperar otros tantos de la especie Y, y para éstas, u otras combinaciones de las especies X e Y, tendremos problamente una cantidad de individuos, biomasas o tasas de renovación. Lo más constante son las relaciones entre los números de individuos de pares de especies, de manera que el conjunto puede aconsejar una expresón logarítmica, fractal. El estilo es único, y se espera poder captar sus rasgos importantes y expresarlos en un simple descriptor cuantitativo".

Se puede medir, quizás de manera imprecisa, y dependerá de las relaciones que se den entre sus integrantes. Por eso el olivar de Jaén es menos diverso. Se pretende que nada interfiera en la producción de aceite, por lo que se eliminan los insectos que puedan ser una plaga para el olivo y las plantas que puedan competir por el agua y los nutrientes del suelo. Al eliminar insectos plaga, también eliminamos insectos beneficiosos como los polinizadores, pero también el alimentos de aves insectivoras. Al eliminar las malas hierbas, eliminamos alimento de insectos polinizadores, de animales herbívoros y desprotegemos el suelo de la erosión. Podríamos seguir un rato con las cadenas de dependencias, pero la conclusión final es clara. El olivar es un ecosistema poco diverso y, a largo plazo esas filas perfectamente alineadas de olivos, en los que no se oye el zumbido de ningún insecto y con el suelo despejado de cualquier resto vegetal no son ecológicamente viables: Llegará una plaga resistente a los insecticidas y que no encuentre con ningún depredador natural, y que aabe con el monocultivo. Si algo hemos de aprender del COVID-19 es que se acabaron las certezas productivistas, que los riesgos están ahí y que se materializan.

Otra cosa que nos enseña el COVID-19 es que cuando el ser humano se retira, la naturaleza recupera el espacio. En la siguiente foto podéis ver el estado actual del huerto comunitario San Juan de Ávila, tras unas semanas de confinamiento. Démosle más tiempo y aparecerán los árboles.






Los seres humanos, en la línea de lo que Gordon defiende para las hormigas, no estamos programados. Aunque la historia humana parezca decir otra cosa, podemos optar por no hacer estupideces. Nos va la existencia en ello. Somos una especie animal y la destrucción de biodiversidad nos acabará pasando factura: a tantos individuos de la especie X, tantos de la especie Y. Sustituyan X ó Y por homo sapiens y saquen conclusiones.



1 comentario:

  1. Mirmecologo,lo anoto...las hormigas también son seres discretos, espirituales y nada ostentosos..nadie nace determinado sino en potencial a desarrollar

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