viernes, 3 de noviembre de 2023

Netanyahu embarazado

 

Por un rato me gustará parecerme físicamente menos a Sancho Panza y más a Paul Newman en  Éxodo. La película de Otto Preminger, basada en la novela homónima de Leon Uris, es una apología sionista: unos judíos muy buenos y unos palestinos muy siniestros. 




He buscado relatos y películas en las que se den intercambios de cuerpos y mentes. Relatos de intercambios de fundas corporales (el concepto no es mío: gracias a la compañera que lo compartió conmigo). No he encontrado gran cosa, menos que merezca la pena.

Pero me he puesto a fantasear: cómo sería mi vida con la percha de Paul Newman, y de ahí he pasado a pensar en cómo resultaría el intercambio entre Netanyahu y una mujer palestina embarazada y fuera de cuentas en Gaza. Y de ahí he pasado, poniéndome estupendo, a pensar en el papel del pueblo palestino como mano de obra barata y sometida en la economía israelí, encerrada en un bantustán como en el que los afrikaners pretendieron encerrar a los africanos de color durante el apartheid (https://laboromniavincit2018.blogspot.com/2020/09/).  

Porque me da que este conflicto se puede resumir de la siguiente manera: las ultraderechas laica y religiosa israelíes se enfrentan a la ultraderecha religiosa palestina, según la opinión del profesor de filosofía del derecho de la Universidad de Valencia Javier de Lucas. A lo que añado que ambas sojuzgan a la clase trabajadora palestina de Gaza. Con lo que el conflicto, en realidad, no es sino una expresión más de lucha de clases. Quizás si la clase trabajadora israelí fuera consciente de su sometimiento a las ultraderechas laica y religiosa y, rizando el rizo, los trabajadores de la industria de armamentos tomaran conciencia de su ser obrero y humano y se declararan en huelga mientras dure el conflicto, lo mismo se paraba la masacre en Gaza.

Pero se me antoja que esta última ensoñación va a ser difícil que se haga realidad. Tanto como que Bibi Netanyahu no se vea lo pies por culpa de su avanzado estado de gestación. Tanto como que yo me mire al espejo y sonriendo me diga “qué ojazos azules tienes, bribón”

 

 

 

 

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