Por un rato me gustará parecerme físicamente menos a Sancho Panza y más a Paul Newman en Éxodo. La película de Otto Preminger, basada en la novela homónima de Leon Uris, es una apología sionista: unos judíos muy buenos y unos palestinos muy siniestros.
He buscado relatos
y películas en las que se den intercambios de cuerpos y mentes. Relatos de
intercambios de fundas corporales (el concepto no es mío: gracias a la compañera que lo compartió conmigo). No
he encontrado gran cosa, menos que merezca la pena.
Pero me he puesto a fantasear: cómo sería mi vida con la percha de Paul Newman, y de ahí he pasado a pensar en
cómo resultaría el intercambio entre Netanyahu y una mujer palestina embarazada
y fuera de cuentas en Gaza. Y de ahí he pasado, poniéndome estupendo, a pensar en el papel del pueblo
palestino como mano de obra barata y sometida en la economía israelí, encerrada
en un bantustán como en el que los afrikaners pretendieron encerrar a los africanos
de color durante el apartheid (https://laboromniavincit2018.blogspot.com/2020/09/).
Porque me da que este conflicto se
puede resumir de la siguiente manera: las ultraderechas laica y religiosa israelíes se enfrentan a la ultraderecha religiosa palestina, según la opinión del
profesor de filosofía del derecho de la Universidad de Valencia Javier de
Lucas. A lo que añado que ambas sojuzgan a la clase trabajadora palestina de
Gaza. Con lo que el conflicto, en realidad, no es sino una expresión más de
lucha de clases. Quizás si la clase trabajadora israelí fuera consciente de su
sometimiento a las ultraderechas laica y religiosa y, rizando el rizo,
los trabajadores de la industria de armamentos tomaran conciencia de su ser
obrero y humano y se declararan en huelga mientras dure el conflicto, lo mismo
se paraba la masacre en Gaza.
Pero se me antoja que esta última
ensoñación va a ser difícil que se haga realidad. Tanto como que Bibi Netanyahu no se vea lo pies por
culpa de su avanzado estado de gestación. Tanto como que yo me mire al espejo y sonriendo me diga “qué
ojazos azules tienes, bribón”
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